El orfanato de Santa Cecilia abrió sus puertas el 21 de noviembre de 2002 y hoy acoge a niños de entre tres y 17 años. 98 de ellos, principalmente niñas, viven en las instalaciones y otros 118 niños acuden al centro para recibir una comida diaria y ayuda escolar.
“En Burkina Faso la mayor parte de los niños provienen de familias pobres que tienen menos de dos euros diarios y por tanto, niños indefensos. Esto les lleva a las calles, con o sin el consentimiento de sus padres. A veces mendigan para vivir y a menudo llaman a nuestra puerta, que se abre para ofrecerles ayuda, aunque sólo sea una pequeña comida”, asegura la hermana Bernardette.
Este país subsahariano del noroeste de África ocupa el puesto 177 entre los 182 países que figuran en el Informe sobre Desarrollo Humano del año 2009 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Pero una de los problemas más graves en Burkina es la situación de la mujer.
“En el orfanato atendemos a más niñas que niños, porque en las familias desprecian a la niña y si tienen mala suerte y no tienen padres, se convierten en una criada para todo y se queda sin acceso al colegio o a cualquier otro centro de formación”, explica la hermana Bernardette.
La orden africana de la Inmaculada Concepción a la que pertenecen las religiosas trabaja por la “liberación y emancipación de la mujer y para evitar que las jóvenes se vean conducidas a un matrimonio forzado y a la dominación”, añade.
Más de 2.000 mujeres mueren cada año en Burkina Faso durante la etapa de gestación o en el momento del parto, según datos oficiales citados por Amnistía Internacional. “Están muriendo mujeres innecesariamente durante el embarazo y el parto porque la discriminación les impide acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva”, afirma el organismo en un informe de enero de 2010.
“La mayoría de las mujeres están supeditadas a los hombres en su vida, con escaso o nulo control sobre decisiones fundamentales, a pesar de que tienen igualdad de derechos según la legislación burkinesa”, indica el informe de Amnistía Internacional, que subraya además la obligación de las mujeres burkinesas al matrimonio precoz y la mutilación genital es un hecho.
El Gobierno burkinés ha puesto en marcha distintos planes para reducir la mortalidad materna durante la última década, según reconoce el organismo de derechos humanos, pero añade que aún falta realizar muchas mejoras.
“La situación es dramática. La mujer en Burkina no tiene representatividad jurídica [en la práctica]”, se lamenta Emilia García, portavoz de la ONG española Asociación por el Progreso de la Mujer (APM)-África, que colabora directamente con el orfanato de Santa Cecilia.
Ayuda básica y apadrinamientos
Emilia García vive en Madrid, es madre de dos hijos y fue una de las fundadoras de APM-África, que busca padrinos para las niñas y niños huérfanos o abandonados aportando una ayuda económica. “En la actualidad, les apoyamos con una cantidad mensual de 2000 euros para que su alimentación, vestido y escolaridad”, explica la responsable de la pequeña ONG española en la que únicamente trabajan -de forma altruista- cuatro personas.
La hermana Bernardette se muestra muy agradecida a esta organización y asegura que “el orfanato va bastante bien” gracias a sus ayudas y a las de los carmelitas descalzos que viven cerca. Pero apunta a que aún hay que resolver por una parte el problema de los salarios de sus empleados - dos cocineras, dos mujeres de la limpieza, dos mujeres encargadas de alimentar a los niños, una enfermera, un conductor, dos jardineros y un guardia nocturno- y por otra parte conseguir más personas que deseen apadrinar a estos niños.
“Los apadrinamientos permiten afrontar necesidades urgentes de los niños, como las tasas y el material escolar, los niños van a diversas escuelas de los alrededores, y sus raciones diarias de alimento. Los niños hoy comen lo que les pide su cuerpo”, cuenta la religiosa.
Proyecto de semi autoabastecimiento
“Nuestra aspiración es garantizarles a los niños un régimen alimentario equilibrado con la aportación de frutas, especialmente el plátano, que nos proponemos producir nosotros mismos en el orfanato en grandes cantidades”, apunta la hermana Bernardette. El orfanato está negociando la obtención de un terreno de 8 hectáreas para poder plantar árboles frutales -“mangos y anacardos”- e iniciar también su propia cría de pollos. Además, ya han adquirido un terreno de 4 hectáreas cerca del río Mouhoun. Lo utilizarán para plantar plátanos y cebollas.
“El apadrinamiento es lo que hace funcionar la mayor parte del orfanato. [Pero para] la supervivencia del orfanato, [también] hemos tratado de realizar ciertas actividades in situ, que también ayudan a la formación de los niños”, explica Bernardette Ouedraogo, que cita un dicho que asegura que “el hombre no tiene que esperar siempre todo del otro, sino que también debe luchar él mismo por triunfar”.
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