sábado, 26 de diciembre de 2009

La adopción internacional está cambiando

La adopción internacional está en un punto de inflexión. El número de familias que quieren adoptar un niño pequeño y sano supera el de menores adoptables de esas características. Crecen las voces que piden una reforma del sistema y alertan de que esa demanda alienta en algunos países que personas sin escrúpulos conviertan la adopción en un negocio.



Tenemos que adaptarnos a la realidad
Javier Álvarez-Ossorio, coordinador general de CORA, la federación de asociaciones de familias adoptantes, analiza la situación. ¿Qué diría a las familias que quieren adoptar bebés y niños pequeños? Que eso ya no es posible, que prácticamente no existe. Bebés huérfanos los hay contados. Pero hay muchos menores de más de cinco años, seropositivos o con algún tipo de enfermedad o discapacidad, que podrían ser adoptados y que suelen quedar fuera del sistema.

En Rusia, por ejemplo, las cifras de niños en orfanatos son altísimas, y una buena parte de ellos son susceptibles de ser adoptados. Pero hay que ser conscientes de que, salvo casos concretos, los niños que necesitan una familia tienen necesidades especiales, son de más edad y en muchos casos han sufrido periodos largos de institucionalización. Estamos viendo que su integración requiere preparación, formación y apoyos a largo plazo. La mayoría de las familias empieza el proceso pensando en adoptar un bebé o un niño de uno o dos años. Tenemos que adaptarnos a la realidad, explicarles que los niños en adopción tienen unas características distintas.
¿Cómo se podría mejorar el sistema? En CORA estamos estudiando posibles vías. Una sería poner límites a los expedientes que se envían a cada lugar: si a un país enviamos el año pasado 50 expedientes pero sólo se hicieron 10 adopciones, no tiene sentido enviar 50 o 100 más. Si lo hacemos, estamos creando unas expectativas nada realistas a las familias y ejerciendo una presión que ya hemos visto que puede derivar en el tráfico de menores.



La adopción internacional nació como una salida para la situación de los niños que habían quedado huérfanos en conflictos bélicos. Las guerras mundiales y la guerra civil de Grecia (1946-1949), primero, y las de Vietnam (1954-1975) y Corea (1950-1953), después, pusieron en marcha una red de personas e instituciones bienintencionadas para ayudar a las criaturas abandonadas a su suerte. Con el tiempo, la adopción internacional se fue expandiendo como una solución más para formar una familia. De un lado, personas que deseaban tener hijos y que, en muchos casos, tenían dificultades para concebir; de otro, niños que necesitaban unos padres que los cuidaran y los quisieran.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, crecen las voces críticas con el sistema de adopciones internacionales, se alarga la duración de los trámites y aumenta el desasosiego entre las personas que escogen esta opción. Si en el 2005 los tiempos de espera, por ejemplo, para adoptar un niño o una niña en China rondaban los siete meses, hoy superan ya los cinco años. En España, se estima que hay más de 20.000 familias a la espera de que se les asigne un menor, pero las adopciones culminadas el año pasado no llegaron a 3.200.

Los medios de comunicación sacuden periódicamente con elevadas cifras sobre el número de menores que se buscan la vida en las calles de Río de Janeiro o de Adís Abeba. ¿Qué pasa? ¿Es culpa de una burocracia insensible que haya padres y madres que esperen durante años para adoptar cuando existen tantos menores que no tienen una familia que les cuide?

A la vez, con más frecuencia, la prensa internacional se hace eco de casos de supuesta corrupción ligados a la tramitación de adopciones. Un caso sonado fue el de la ONG francesa El Arca de Zoé, que trató de sacar a 103 niños de Chad que resultaron no ser huérfanos. La terrible constatación de que gran parte de los niños que estaban en adopción no eran en realidad adoptables llevó en su día al cierre de las adopciones internacionales en lugares como Guatemala, Camboya, Nepal, Kazajistán o Congo. Más recientemente y por idénticas razones, Estados Unidos, Canadá, Suecia e Irlanda han paralizado las adopciones en Vietnam, y Austria, Irlanda y Australia han dado cerrozajo a sus programas de adopción en Etiopía.



¿TANTOS HUÉRFANOS?
Muchas personas creen que en el mundo hay muchos niños hacinados en orfanatos, esperando que alguien quiera adoptarlos. Se piensa que la mayoría de ellos son niños pequeños y sin graves problemas de salud. Como los padres biológicos, la mayoría de los padres adoptantes desean que sus hijos no tengan enfermedades o discapacidades, e inician el camino convencidos de que en algún lugar del mundo un niño así necesita una familia que ellos pueden darle.

La realidad es muy distinta: no es verdad que los centros de menores de los países en vías de desarrollo estén llenos de pequeñines esperando una familia. Ciertamente, hay miles de niños en el mundo que no tienen quien realmente se ocupe de ellos. Sólo en Vietnam, se estima que hay entre 20.000 y 40.000 viviendo en la calle, pero no son esos los niños que se adoptan. Aquellos que ven pasar su infancia en un orfanato esperando una familia tienen en su inmensa mayoría más de seis años o presentan algún tipo de discapacidad o necesidades especiales.

Unicef viene advirtiendo desde hace unos años de cómo el aumento de familias de países ricos interesadas en adoptar (unido a las posibilidades de lucro que da) “ha alentado el crecimiento de una industria de las adopciones, en la que se da prioridad a los beneficios materiales en detrimento del interés superior de los niños”. Paradójicamente, la propia Unicef ha contribuido a este fenómeno mediante su labor de concienciación sobre las necesidades de la infancia de los países pobres. Aunque recientemente ha emitido una nota aclaradora, sus informes han ayudado a cimentar la falsa idea de que millones de niños necesitan una familia que los adopte.

Cuando desde esta organización de las Naciones Unidas se hace público que existen en el mundo más de 130 millones de huérfanos, pocas veces la opinión pública tiene la oportunidad de profundizar lo suficiente para entender la realidad que se encuentra tras esa cifra: para empezar, se contabiliza como huérfano a todo menor de 17 años cuando su padre, su madre o ambos han fallecido, pero Unicef reconoce que la inmensa mayoría de esos niños vive con uno de sus progenitores, con los abuelos, unos tíos u otros familiares, por lo que no tienen necesidad de ser adoptados.

Del número total de huérfanos, el 95% tiene más de cinco años, y un porcentaje importante tiene algún tipo de discapacidad, es seropositivo o padece alguna enfermedad que le dejaría fuera del circuito de adopción internacional. “La idea de que el mundo en desarrollo tiene millones de bebés y niños pequeños sanos que necesitan nuevos hogares es un mito. Tanto en los países ricos como en los pobres (con excepción hecha de China, por su política del hijo único) los bebés sanos rara vez son abandonados”, explica E. J. Graff, del Instituto Schuster de Periodismo de Investigación y autora de The Lie We Love (la mentira que amamos, que en la versión española se tradujo como Hijos de la mentira), publicado en la revista Foreign Policy. Apoyado en un amplio trabajo de investigación sobre la realidad de la adopción internacional en distintos países, su análisis es rotundo: “En realidad, hay en el mundo muy pocos huérfanos pequeños que puedan ser adoptados. Los huérfanos rara vez son bebés sanos, y los bebés sanos rara vez son huérfanos”.

Graff abona la teoría de que hay una industria de las adopciones que ha creado un entramado de fabricación de huérfanos: buscan en las zonas socioeconómicamente más vulnerables a niños con los que llenar los orfanatos, mediante una red de buscadores (en la que participan desde trabajadores sociales hasta agentes de policía, enfermeras u otro personal hospitalario) que engañan a las familias, o las convencen o les pagan para que renuncien a sus hijos o simplemente se los arrebatan. Después, falsean su historia y consiguen papeles oficiales que les declaran huérfanos o abandonados y, por ello, adoptables

Texto: Beatriz San Román

2 Opinan...:

Aída Holguín dijo...

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Anónimo dijo...

Enhorabuena por este magnífico blog con muchísima información que nos aporta luz a los papás que deseamos formar una familia.
Les de dejo un enlace de un website interesante www.tiendaadopcion.com para todas las familias que estamos inmersas en un proceso de adopción.
Un saludo.

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