Sorpresa, alarma y esperanza. Estos tres estados de ánimo ha provocado un hecho insólito en Gipuzkoa en las últimas décadas. En los seis primeros meses de este año, tres bebés guipuzcoanos han sido dados en adopción en el territorio y otros once están a la espera, frente a los dos de media anual.
La insólita situación ha provocado sorpresa y alarma en la Dirección Foral de Infancia. El aumento súbito de bebés rechazados por sus progenitores ha sido algo totalmente inesperado. El año pasado sólo fueron cuatro y en 2007 uno. La alarma ha surgido ante la incógnita sobre si este hecho es puntual o si se consolidará.
Por otra lado, el dato ofrece una lectura positiva. Los padres que optan por la adopción internacional se encuentran cada vez con más problemas para obtener un niño. El aumento de bebés guipuzcoanos puede abrir una rendija de esperanza.
De momento, lo que prevalece es la sorpresa y la cautela. Josi Insausti, Director de Infancia, subraya que no es conveniente levantar expectativas que pueden resultar falsas. «Hasta que no pase un tiempo, no podremos saber si estamos ante una situación atípica o si, por el contrario, la adopción nacional va a crecer». Lo cierto es que a día de hoy, los datos baten récords. Entre enero y junio se han adoptado tres bebés guipuzcoanos. Otros once están al amparo de la Diputación y en disposición de ser adoptados por una familia.
La cautela, como recalcan desde la Diputación, se impone. Hay sesenta parejas en lista de espera. Además, desde julio no se ha sumado ningún niño a los once señalados.
Insausti desconoce las causas que están motivando el aumento de bebés guipuzcoanos rechazados por sus progenitores. De entrada, quiere deshacer posibles apriorismos. «No se trata de inmigrantes, como se pudiera pensar. En esas culturas es impensable abandonar a un hijo. Los niños que se han dado en adopción pertenecen a familias guipuzcoanas de clase media o media-alta. Los progenitores tienen entre 23 y 26 años. Algún caso es especial, como el de una madre sin pareja».
El director de Infancia añade que no solo los progenitores, tampoco la familia más cercana, como abuelos o hermanos, han querido hacerse cargo de los pequeños. «Son situaciones duras. La renuncia al niño por parte del padre y de la madre se realiza en el mismo hospital. La Diputación, cuando se dan estos casos, inicia contactos con la familia para ver si alguien quiere acoger al recién nacido. En los catorce casos citados, no ha habido nadie que diera el paso».
Insausti explica que no encuentra una razón que explique esta situación, pero sugiere una hipótesis. «Estamos ante parejas que ven la llegada de un hijo como una carga para el tipo de vida que llevan. Se trata de mantener un estatus y la llegada de un hijo, que puede no ser el primero, resulta un problema. A la vista de la situación económica de algunas de estas familias, tengo clarísimo que la razón de no querer el bebé es mantener un poder adquisitivo».
Ahora bien, añade el director de Infancia, «¿por qué familias establecidas, con un cierto nivel económico y educativo, continúan con el embarazo hasta dar a luz y luego renunciar al bebé? No tengo la respuesta». Insausti añade que en algunos casos ha podido influir la crisis económica. «Si una familia pasa una mala racha. la incertidumbre y la inseguridad generan estados de ansiedad que pueden abocar a renunciar a un hijo».
Dos años de espera
Esta dura realidad no deja de tener su cara amable. El incremento de las posibilidades en la adopción nacional puede suponer una esperanza para parejas cansadas de esperar un niño extranjero. Además, el tiempo de espera ronda los dos años, sensiblemente inferior al de la adopción internacional. Insausti, no obstante, advierte que el plazo de dos años debe tomarse con reservas. «Los trámites son farragosos y pueden alargarse más de lo esperado»
Una pareja que esté a la espera de un menor extranjero también puede optar a uno guipuzcoano. Eso sí, la segunda solicitud deberá realizarse 24 meses después de que la primera haya entrado en el país de origen.
2 Opinan...:
Yo creo que hacen lo correcto dejandolos en adopcion. Si no quieren abortar y siguen con el embarazo adelante, darlos en adopcion es un gesto de generosidad. Los niños estaran muy bien criados con familias que los desean con todo su alma. Aunque tiene que ser muy duro verlo nacer y dejarlo en el hospital
Beatriz
Me ha impactado mucho que en el reportaje se confirme que alguien da en adopción a un hijo por "manener un status social". Es una muestra más de la crisis que vivimos, no económica, sino de valores. Muy triste.
Un saludo
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