"Todo empezó cuando Ricardo Rey, un voluntario y enfermero de Anidan, nos envió un correo electrónico pidiendo que colaboráramos con ellos. Le llamé y me empecé a interesar por el proyecto, hasta que decidí ir yo mismo a montar el rocódromo", relata. A pesar de que va él sólo, no duda en señalar que en el proyecto está involucrada toda la escuela.
INDEPENDENCIA
Sin embargo, para él no es suficiente ir allí, hacer la instalación y volver a España. "La intención es poder crear una escuela que pueda subsistir sin nuestra ayuda en el futuro", señala José Miguel, que añade que su idea es "formar a los chavales más jóvenes, los que tienen 16 ó 17 años, para que sean ellos los monitores que enseñen a los más pequeños a escalar".
La voluntad de "independencia" no acaba ahí. El objetivo es que "necesiten lo menos posible de esta parte de Europa". "El muro que servirá de base a la instalación lo han construido ellos mismos y la idea es que la mayor parte de los materiales los podamos conseguir allí", explica José Miguel, que reconoce que él se llevará "algunas presas que nos han cedido empresas colaboradoras y 'pies de gato' y arneses que hemos recolectado por aquí".
INTELIGENCIA EMOCIONAL
La función del rocódromo y de la futura escuela no es sólo que los niños conozcan y practiquen un deporte nuevo. "Existen estudios que aseguran que la escalada ayuda a los niños a desarrollar su inteligencia emocional, por ser un deporte en el que hay que superar los miedos y afrontar cada vez un reto más complicado", cuenta el fundador de la Escuela de Escalada Chango.
Respecto a lo que se va a encontrar en Kenia, José Miguel está expectante. "En cuanto llegue lo primero es mirar y aprender. Tenemos que saber cómo están los niños, cuáles son sus horarios y qué tiempo pueden dedicarle al día a la escalada. Una vez que tengamos toda la información, será el momento de hacer una planificación y ver cómo nos organizamos para poner en marcha todo el proyecto", relata. Sobre lo que no tiene ninguna duda es sobre la disposición de los chicos. "Los niños son niños en todas partes, pero creo que con los de allí lo vamos a tener un poco más fácil que con los de aquí, ya que sus circunstancias vitales hacen que agradezcan mucho más que vayamos a ayudarles y a hacer algo por el bien de su comunidad", concluye.
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